Bienvenidos

"En lo alto de una pequeña colina llamada Incí, desde donde se divisa el pueblo de Hoblut, ...."
Así comienza esta historia; divertida, alegre, diferente, emocionante, alucinante ... Los Pegimun
Pronto podrás descubrir sus aventuras y disfrutar con ellos de ciento y una peripecias.















28 de diciembre de 2010

De espaldas a la verdad

Mientras terminaba de escribir aquel correo, su vista no pudo evitar dirigirse hacia la ventana, con la taza de café que se había preparado se acercó a ella.
La tarde estaba bastante cargada, llovía, era una de esas tardes en las que no apetece salir además, no eran muchas las ganas que tenia de hacerlo; la cita que tenia no era del todo de su agrado. Hacia tantos años que no se veían que no sabía muy bien porque acepto aquella invitación.

Cuando recibió su llamada debería de haber puesto alguna excusa. Tal vez no tuvieran nada que contarse solo recordar aquellos ya viejos tiempos que compartieron y aquel desastre de despedida que tuvieron.  
De repente su mirada se fijó en un hombre que corría hacia el coche intentando no mojarse.

Esa escena le recordó el día en que ella conoció a Esteban.

El estaba sentado dentro del Café Paris, y ella caminaba tranquilamente por la acera, de repente y sin saber muy bien porque, le miró, y sin darse cuenta tropezó y se quedó con las rodillas clavadas en el suelo. Que golpe se pegó, al momento vio como aquel chico salía corriendo del Café y sin darse cuenta le tenía a su lado intentado ayudarla. Desde eso momento supo que esa persona seria importante en su vida.

El era un estudiante de Derecho con pinta de niño bien y cara de sabiondo, ella una chica tímida que estaba haciendo administrativo. Conectaron bastante rápido, ninguno de los dos eran personas especialmente populares en sus círculos y compartían entre otras cosas, las pocas ganas de salir a divertirse con la gente de su edad. 

Poco a poco iban conociéndose. Los días que no podían verse se llamaban y comentaban sus aventuras diarias. Así pasaron unos meses. Sin saber muy bien si su relación era de amigos o de algo más, ninguno de los dos se atrevía a ir mas lejos, parecía que habían entrado en ese círculo en el que la amistad no puede romperse y la relación debe quedar ahí.

 Solo aquel día que alguien, no recuerda bien quien, les preguntó si eran amigos o pareja rompió aquel silencio que ambos tenían sobre el tema, estaba claro que la relación entre ellos era de mera amistad, pero también era latente que sentían algo especial el uno por el otro.   De aquella pregunta surgió la conversación y no solamente eso, sino que a partir de ese momento la relación cambió y empezaron a ser “mas que amigos”. Quien le mandaría a aquella persona hacer esa pregunta, si ese tema no hubiera salido, quizás Esteban hubiera sido uno de sus mejores amigos y aquella amistad no se hubiera roto nunca. Más, de la manera que se rompió.

El último año de la carrera de Esteban, ella   ya estaba  trabajando, encontró un trabajo en un despacho de  un arquitecto amigo de su padre, allí poco a poco fue cogiendo fondo y aunque no era la ilusión de su vida, el sueldo no estaba mal e iba forjando su profesión. A la vez asistía a diferentes cursos que la permitían ampliar sus conocimientos. Esteban por su parte intentaba terminar la carrera, aunque sus posibilidades para trabajar como abogado no eran nada halagüeñas, no dejaba de pensar en su futuro, se podía decir que estaba más preocupado por eso que por terminar su carrera.

En cuanto a su futuro en común, ya comenzaban a hacer planes, Esteban perdió a sus padres en un accidente y era hijo único por tanto, la casa donde vivía, era suya, tenía vivienda segura y pagada.

Sara, recordaba el momento en que Esteban la insinuó por primera vez la posibilidad de irse a vivir juntos; dado que ella tenia su trabajo y el su dinerito bien podían hacerlo. Ella no acababa de encontrar su sitio en esta relación, realmente nunca lo encontró y los hechos que se fueron sucediendo así lo demostraron. Los comienzos habían sido tan atípicos que la costaba creer que el estaba con ella por amor, mas bien era simplemente la búsqueda de compañía, la soledad de su casa que pesaba sobre el, fueron muchas las ocasiones en las que se lo comentó, pero entonces ella pensaba que lo que el quería era tenerla cerca; por amor.  Que ciega estaba.

 Ahora pensaba que hizo bien en no aceptar, dado que una vez que Esteban terminó su formación, decidió irse a otra ciudad a ejercer su profesión, y la verdad es que lo consiguió, vaya si lo hizo.

Su prima Rosario la contó que había  encontrado a Esteban en Madrid en uno de sus viajes , este estaba casado y tenia un niño, parece ser que se había casado con  la hija del Abogado del bufete donde comenzó a trabajar, y la  familia a la que pertenecía la chica era de muy buena posición.  Aquella que  Rosario la dijo, no la  extrañó; no esperaba menos de él, siempre tuvo aires de grandeza y no podía ser de otro modo, uno de los motivos por los que el  la dejó fue ese, Sara  pertenecía a una sencilla familia.

A medida que los recuerdos iban aflorando, más la costaba empezar a prepararse para ir a su cita, sentía mucho rencor todavía. En su momento no supo reaccionar a los deseos de Esteban y acató sin decir palabra las decisiones de este.  Por otro lado, pensaba que había tenido mucha suerte en el resto, después de ser una persona totalmente dirigida por el, había conseguido mantenerse sola y hacer y decir aquello que la venia en gana. Por eso estaba nerviosa, no quería sentirse otra vez manipulada, no sabia como iba a reaccionar ante algunas cuestiones que surgieran en la cena. Esteban ciertamente iba a encontrar una mujer muy diferente a la que dejo tirada quince años atrás. 


No habían  pasado ni  cinco minutos, cuando sonó el teléfono, a diferencia de otras ocasiones, esta vez, había olvidado traérselo con ella, decidió dejarlo sonar, no había nada que fuera tan urgente; ya realizaría ella la llamada cuando saliera.

 Después de unos quince minutos aproximadamente, se levantó muy despacio, empezó a darse su loción corporal, lentamente. Su cabeza no dejaba de acercar los recuerdos, los mas desagradables flotaban por encima de todos y se resistía a recordar aquella etapa, la peor, la última de su relación con Esteban, todo lo que sufrió y lo que perdió por hacerle caso, ahora podía ser una persona totalmente realizada en lugar de seguir viviendo con ese sentimiento de culpa que jamás iba a poder quitarse de encima. Un sentimiento que la consumía sin saber muy bien porque. Mil veces la dijeron que ella no tuvo la culpa, que aquello tenia que pasar, incluso su madre, la repetía una y otra vez, que era lo mejor que había podido pasar, que aquel bebé lo único que la hubiera ocasionado eran problemas.

Salió del cuarto de baño y se dirigió hacia el armario, el vestuario no era algo que la preocupase en exceso, cualquier cosa podía servir, además, La Trastienda no era un lugar donde fuera necesario ir muy arreglada.

La Trastienda, era el mesón donde iban a cenar cada vez que Esteban venia  a la ciudad. Fueron dos largos años, los que esperaba su llegada con ansiedad, estaba deseando verle. Aunque al principio el venía  todos los fines de semana después se fue alargando y al final sólo era una vez al mes cuando venia a verla, por el contrario ella, solo en dos ocasiones fue a visitarle a el.  Recordó con agrado aquellos quince primeros días que estuvo allí, lo pasaron bastante bien, incluso estuvieron buscando zonas donde poder comprar un piso con   el fin de que ella se fuera a vivir allí; la segunda vez que fue, todo salió mal. El motivo era muy distinto y aunque en aquella ocasión fueron cerca de cuatro meses los que pasó junto a el, para nada sus recuerdos eran buenos, sino todo lo contrario. Ese era otro motivo que le llenaba de angustia, sin saber porque una y mil veces se dijo, que de haber nacido el niño en otro sitio su muerte no se hubiera producido, aquella clínica nunca la pareció adecuada a pesar de las referencias que tenia, entró convencida de que algo pasaría y así fue, perdió el niño, y no tuvo ni la oportunidad de verle la cara.  

Seguía sin llover, al menos eso percibió  cuando se asomó la ventana de su habitación, en vista de la hora, pensó en acercarse andando, después, ya cogería un taxi para volver, no tenia muchas ganas de estar buscando aparcamiento, siendo jueves, no sería posible encontrar donde dejarlo .

Se colocó la gabardina, cogió el bolso, el paraguas, las llaves y cerró la puerta de casa sigilosamente, como si no quisiera que nadie supiera que se iba, al momento se dio cuenta que de había olvidado el teléfono móvil y además no había mirado quien la hizo la llamada cuanto estaba en el baño.  Cuando ya de camino examinó el móvil, la llamada que había recibido tenia número oculto con lo cual no supo quien llamaba, algo que no la preocupó lo mas mínimo.

Al entrar en la Trastienda no notó ningún cambio relevante, casi se podía decir que tenían las paredes el mismo color que hacia  años, se sentó en una esquina de la barra, aún faltaban varios minutos para las nueve, con lo cual consideró la idea de tomarse una caña mientras su cita llegaba.

 Mientras esperaba, estuvo hablando con unos amigos a los que hacia tiempo que no veía, departiendo sobre tiempos pasados; fueron llegando las personas con las que ellos habían quedado y cuando estuvieron todos, decidieron despedirse de Sara y entrar en el comedor.

Sara miró el reloj, vio que eran ya las nueve y media, empezó a molestarse por la tardanza de Esteban, hasta en esa ocasión que era el quien la llamó para quedar y que tan interesado parecía en hablar con ella, sería incapaz de llegar puntual, algo que odiaba; mira que se pasó horas esperándole, posiblemente era la persona que mas le había hecho esperar en esta vida, y hoy por supuesto, no podía ser menos. Decidió esperar solamente quince minutos mas, pero antes le hizo una llamada, obteniendo como respuesta esa voz tan melodiosa de los buzones, que te indican que está apagado o fuera de cobertura, algo que a Sara acabó por poner de los nervios.

Ofendida, cogió su bolso,  pagó las dos cañas que se había tomado e indicó  al camarero que, la mesa reservada a nombre de Sara Truhán no iba a ser ocupada, pidiendo disculpas por la tardanza y por la cancelación de la reserva.

Nunca debió aceptar aquella invitación, la poca vergüenza que demostró años atrás era seguramente lo único que conservaba de aquella lejana época. Siempre hizo con ella lo que le vino en gana, hasta después de tanto tiempo había sido tan tonta en aceptar sin rechistar aquella invitación.
Tomó un taxi que pasaba justo por la puerta de la taberna y  se fue a casa.

Aquella noche la rabia contenida no la dejo conciliar el sueño, decidió levantarse aunque era muy temprano para hacerlo; tal vez se iría a pasear un rato, la orilla de la mar a estas horas es maravillosa; solo ella y el sonido de las olas, la relajaba tanto que había momentos en que parecía que solo estaba ella en el mundo, ella, las olas y sus pensamientos.

Hoy tenia comida con sus primas, ellas con sus historias de niños, trabajo y compras varias; seguro que conseguirían alegrarla el día y cambiar el pésimo humor que tenia. Encendió su cafetera maravillosa y busco la capsulita para colocarla, le encantaba aquel café, desde que la tenia no había conseguido tomar uno mejor en ninguna cafetería. De repente sonó el teléfono, -quien llamaría a esa hora apenas eran las ocho y cuarto- era Nunci, -esta chica tan madrugadora-
-Dime chica, buenos días.
-Hola Sara, que tal, como fueron las cosas.
-Mejor no me preguntes, sabes que no se presentó, no se porque acepte su cita.
- Ya lo imaginaba, por cierto, no has leído el periódico ¿verdad?
-Pues no, acabo de levantarme, estaba haciendo mi cafetito, ¿por qué?, pasó algo.
-Pues si. Oye… ¿las iniciales de Esteban son E.C.I.? 
-Si,¿ por?
- Te leo vale, “Encuentran un hombre fallecido en su vehiculo”,  Según informaron miembros del 061 que le atendieron en el lugar, la causa de la muerte fue producida por un fallo cardiaco, el cadáver fue encontrado ayer a las 20:00 en la calle Hernán Cortes y   su coche estaba perfectamente aparcado. La voz de  alarma la vio un vecino de esa misma calle,  que al estar asomado a la ventana de su domicilio, observo durante unos 15 minutos al conductor, y al ver que no se movía, decidió bajar a comprobar si le pasaba algo, avisando a continuación al  112. Al personarse en el lugar los servicios médicos no pudieron hacer nada por el, pues ya había fallecido. E.C.I de 46 años, era natural de nuestra ciudad. El cadáver será trasladado a la ciudad de residencia. .”

– Es él ¿verdad? al menos a mi me lo parece
Sara, se quedó muda, no daba crédito a lo que estaba escuchando, al otro lado del teléfono Nunci no hacia más que llamarla – Sara, estas bien, Sara, me oyes.
- Si, si estoy bien, es el, seguro que es el. No me lo puedo creer, y yo pensando que me había dejado plantada, estaba muerto y tan cerca de mí, Dios mío, no lo puedo creer. Te dejo.
-No espera, oye voy para allá vale, estoy… en un momento.

Se dejó caer sobre la silla como un peso muerto, en su cabeza se repetían mil y una imágenes vividas juntas aquel hombre. Sabía que habían pasado muchos años, pero en ese momento se dio cuenta lo que realmente sentía por el. Nunca llegó a dejar de quererle, a pesar del tiempo, de los desprecios, de la soledad en la que la dejó cuando tuvo que soportar perder su bebé recién nacido y su abandono.
Realmente merece la pena hacer sufrir a alguien, realmente.


---------------------------------------------------------


Esteban se subió en el coche apresuradamente, iba mal de tiempo si quería llegar a su cita, no podía entretenerse más. Antes de ponerse en marcha, llamó a Irene, su mujer, para preguntar que tal iban las cosas, la respuesta fue la misma de siempre desde que el chico ingreso en el hospital. Sin novedad, esta igual.

No sabia como iba a afrontar aquel encuentro, no tenia ni idea de cómo exponer lo que pasaba. Cómo iba a decirle a aquella mujer, que el hijo que ha creído muerto durante 15 años, en realidad no lo estaba. Cómo explicar que se lo robaron vilmente, que la hicieron una cesárea para evitar que estuviera consciente y poder arrebatarla el bebe con mas tranquilidad. Tendría que contarle toda la verdad; que ya estaba casado con Irene, y que no podía tener hijos, que cuando ella le dijo que estaba embarazada el sólo con la ayuda de su madre, de su propia madre, la cual por dinero se prestó a colaborar con el, había puesto en marcha la operación mas ruin que un hombre puede llevar a cabo. Cómo iba a reaccionar ella.
El lugar elegido para la cita no era el mas apropiado para tratar ese tema. Tendría que buscar la manera de engañarla para llevarla a otro lugar, quizás al hotel donde se iba a alojar y una vez allí contarle todo lo que había pasado. Pero… estaría ella dispuesta a acompañarle o, ¿cómo hacerlo?

La tensión iba creciendo por minutos dentro de su cuerpo, se notaba agarrotado, perdido en la situación. Además de desvelar toda la verdad, tenia que plantear el asunto; abrir aquella caja que guardaba el mayor de sus secretos y, una vez conseguido, si es que lo lograba, a su vuelta también tendría que contar a Irene la historia, ella siempre pensó que fue una adopción en toda regla, no sospechó jamás como aquel niño de ojos grandes y luminosos había llegado a sus manos de la manera que lo hizo, siendo poco menos que arrancado del vientre de su madre.

Por qué tuvo que pasar aquello, tan vez fue un castigo por su mal comportamiento, como pudo estar tan loco y ser tan egoísta, sólo pensaba en su beneficio, ni tan siquiera pensó en el niño, todo lo que hizo fue por el, por ver colmadas todas sus aspiraciones, ¿cómo iba el a consentir que su suegro se quedara sin un nieto?; tenía que conseguir su propósito, llegar a lo más alto; nada ni nadie importaba era él y solo él, sin pensar en los daños colaterales que aquello podía ocasionar. Lo cierto era que en ese momento tenía el mayor de sus problemas acechándole, aquello podía suponer el fin de todo por lo que había luchado sin tregua, la tortilla se estaba dando vuelta y la parte cruda comenzaba a cocerse sin que el pudiera evitarlo.


Esteban, paró un momento el coche en el arcén, no sabia bien que era lo que estaba haciendo, todo aquello  no tenia ni pies ni cabeza, cogió su teléfono y marcó apresuradamente el número de su amigo; su amigo y confidente, su amigo y protector, Vicente, sólo el  conocía aquel secreto, bueno solo el y la madrastra de Sara, ellos supieron de todo el proceso, pero Vicente había compartido cada momento, cada segundo, es mas, con el había preparado todo, el  fue interlocutor entre Sofía la madrastra de Sara y el. Necesitaba oír su voz, volver a escuchar sus palabras de apoyo, sentir con más fuerza que aquello que iba hacer era lo que tenía que hacer, lo más apropiado, pero sobretodo lo más necesario, ya que era lo único que podía salvar la vida de su hijo. Desesperadamente escuchaba los tonos de llamada insistentes, uno tras otro, esperando con ansiedad que Vicente descolgara de una vez. Con rabia, tiró el teléfono sobre el asiento de al lado y volvió a poner en marcha el coche.

Conectó la radio e intentó centrar su atención en el programa que emitían en ese momento pero no lo consiguió.  Notaba como si su vida estuviera al borde de un abismo, un gran precipicio por el que iba a caer sin poder hacer nada, su cabeza estaba totalmente atorada. Con alivio vio los carteles de la carretera que le indicaban que estaba a tan solo veinte kilómetros de su destino; decidió volver a parar y tomarse un café en el área de servicio que se encontraba justo a la entrada de la ciudad; en el hotel se daría una ducha, por suerte estaba a tiempo de hacerlo.

A pesar de la hora, no había demasiado tráfico, no le costó mucho encontrar aparcamiento cerca del hotel. Antes de salir, volvió a coger el teléfono y llamó de nuevo a su amigo.  Apenas un par de tonos y Vicente contestó su llamada:

- Que pasa Esteban, te noto apagado, sabes que esto es duro pero tienes que hacerlo por tu hijo, es la única solución que hay, sino consigues que Sara, venga y se someta a las pruebas para ver si es compatible con el niño, el chaval no se va a salvar, no puedes abandonar, tienes que hacerlo cueste lo que cueste, y si como consecuencia de ello pierdes lo que tienes ese será el pago por hacer las cosas como las hiciste. Cuantas veces te dije antes de que el niño naciera, que hablaras con Sara, y la pidieras la custodia del pequeño ¿Cuántas? –

Vicente hablara sin parar, estaba ya cansado de la situación, y sabía que el chico estaba a punto de morir, además el peso del secreto se estaba haciendo insoportable también para el, Irene su cuñada, continuamente le sometía a preguntas que ya no sabia como contestar, sentía que aquello se les estaba yendo de las manos, mentiras de ese calibre no eran sostenibles.  – Mira Esteban, haz lo que tienes que hacer y regresa con ella, estoy cansado, estamos en un hoyo del que no se como vamos a salir en cuanto todo esto se sepa, así que, échale narices, las mismas que tuviste para “robarle” a su hijo y consigue que venga.

Sin decir más y sin dejar que Esteban contestara, colgó el teléfono.

El hombre, bajó la cabeza y respiró hondo, buscó en la guía del móvil el número de Sara, decididamente era mucho mejor tener el encuentro en otro sitio, por lo tanto la pondría en antecedentes con la llamada y quedaría con ella en la habitación del hotel o bien en su casa, si ella aceptaba. Sara no contestó la llamada; subiría a ducharse y lo intentaría mas tarde.

Se giró para alcanzar de la parte de atrás su portafolio y en ese momento sintió un dolor agudo en el pecho que le dejó paralizado, pretendió coger de nuevo el teléfono pero la fuerte presión y la falta de aire le impedía moverse. Intentó calmarse y respirar hondo, pero no pudo, fueron solo unos segundos, cerró los ojos y resignado se dejó llevar, el dolor en un instante desapareció, notaba como su cuerpo se quedaba sentado en el coche pero el se alejaba, ya no sentía dolor, ya no sentía nada. Sabía que se estaba marchando, recordó por un momento, bajó la mirada y  vio tendido en la cama del hospital el cuerpo de su hijo, a su lado Irene agarraba con fuerza la mano de su chaval sintiendo como el muchacho, cada vez respiraba con mas dificultad. 

4 de diciembre de 2010

Desde su Balcón

Tras el accidente, su carácter había cambiado. Aquella chica alegre y extrovertida que era capaz de encandilar a cualquiera, se había convertido en un ser apagado y triste. Las conversaciones que mantenía con su familia eran escasas y la mayoría de las preguntas que le hacían eran contestadas con respuestas cerradas. Esas contestaciones, causaban el malestar en todos y  eran en ocasiones motivo de riñas y disputas entre ellos. Riñas a las que Lucia intentaba no entrar en  discusión, se limitaba a escuchar las exposiciones de unos y de otros, llegando a la  conclusión de que no tenían ni la más remota idea de sus sentimientos, de sus verdaderas preocupaciones, de sus propósitos, de sus sueños, de sus pesadillas, todo era para ellos desconocido; pero no solo ellos eran los culpables, también Lucia contribuía con tu tozudez y su silencio. 

Estaba aburrida de la vida que llevaba, ya ni con su deseado ordenador se entretenía. Las horas que pasaba en el balcón de su casa, servían  para dejar volar la imaginación, inventando historias sobre aquellas personas a las que veía a diario.

Desde su balcón observaba, que no sólo ella tenía una vida monótona,  la mayoría de la gente, todos los días hacia lo mismo. A la misma hora subía la señora del moño con las bolsas de la compra; la madre con los mellizos tirando con una mano del cochecito, y con la otra sujetando a otro pequeño que casi todos los días iba llorando ó gritando sin parar; las dos viejecitas que salían de la cafetería y se paraban antes de cruzan lloviera o no  y estaban un buen rato hablando frente al paso de peatones; el agente inmobiliario que acudía siempre con diferentes personas  a enseñar el  local que se alquilaba frente a su casa, las visitas al mismo eran diarias y a la vista estaba que, bien no era del agrado del posible inquilino, o bien, las condiciones eran exageradas, por lo tanto llevaba cerrado mas de un año; admiraba al  chaval alto, moreno y cachas que con su bolsa de deporte a cuestas entraba al gimnasio, y digo admiraba, porque para ella esos eran los dos mejores momentos del día, su entrada y su salida, algunas veces se agarraba a la barandilla e intentaba levantarse, cosa que no conseguía, sólo para poder mirarle durante mas tiempo mientras se alejaba; igualmente cada tarde, observaba desde el mismo lugar, como aquella mujer esperaba en compañía de su perro a un hombre, no había mucho que imaginar, seguramente seria su marido y ella salía a su encuentro. Aquel perro la encantaba, con curiosidad se preguntaba... ¿seria perro o perra?

Así era como la gente vivía fuera de su balcón. La diferencia era que si algún día todas aquellas personas cambiaban de planes, no tenían impedimento físico para hacerlo.  Sin embargo, ella,  cuando tenía que hacer algo distinto, poseía todo un  sequito para ayudarla, y no es que ese fuera su deseo, sino que, simplemente, todos los que la rodeaban consideraban que era necesario. Lucia en multitud de ocasiones le había pedido a su madre que no fuera así, sentía la necesidad de estar sola, no quería que nadie estuviera observando lo que hacia, se sentía inútil y espiada; pero que tontería,  ella los necesitaba y ellos lo sabían.

Aquel balcón para Lucia era todo su mundo, en ocasiones sentía conocer a todas aquellas personas que diariamente veía. Pero lo cierto era que no las conocía de nada, es más, todas esas personas desconocían la existencia de Lucia y eso era algo que debía de cambiar, pero ese cambio, sólo estaba en sus manos, nadie más que ella tenía la capacidad suficiente como para darle vuelta a su vida.   

Un domingo, mientras tomaba el café con su familia, les propuso un negocio. Alquilar el  local de enfrente. Todos se quedaron perplejos, ¿Cómo iban a consentir que la niña en su sillita de ruedas tuviera que trabajar? En un momento aquella cocina que albergaba desayunos sosegados, donde la conversación se limitaba a frases cortas y susurrantes, se convirtió en un gallinero donde todos opinaban a gritos. De repente Lucia, dando un golpe sobre la mesa,  levantó la voz todo lo que pudo colocándola por encima de la de los demás y les dijo:
- Voy  hacerlo, con vuestra ayuda o sin ella, con vuestro apoyo o sin el; no me voy a quedar sentada en esta silla mirando por el balcón toda mi vida. Voy a aprovechar mi tiempo. Voy a conocer y hacer que me conozcan; voy a respirar el aire contaminado que inspira todo el mundo, voy a salir de esta jaula que vosotros con todo el cariño habéis acomodado a mis necesidades; voy a luchar como lucha todo la gente, a ganar y a perder, a recibir alegrías y disgustos profesionales; voy a ser una persona, sólo una persona más de este mundo, y os repito, con o sin vuestra ayuda lo voy hacer.

Un mutismo sepulcral invadió la estancia, todos los ojos se posaron sobre Lucia, ella, desafió con su mirada a todos; levantó aún mas su cabeza; echó su silla hacia atrás para darse la vuelta y salió de la cocina percibiendo como todos aquellos ojos la seguían.

Durante un buen rato, el silencio se convirtió en dueño de la casa.  Su padre terminó el café, se levantó  lentamente y se dirigió hacia el balcón; arrastró una silla y la situó delante de Lucia, se sentó y dispuso su mirada hacia el mismo punto donde ella la tenía. Después de unos segundos, cogió la mano de la chica y la dijo:
 - Es duro para nosotros y tiene que ser muy duro para ti, verte un día tras otro aquí, sin hacer nada.  Nosotros solo pretendíamos que te sintieras protegida, pero, lo hemos hecho mal, ese no es tu carácter, tu no puedes estar aquí todo la vida, tienes razón, lo sabemos, y además, me encanta que hayas tomado esta decisión, siento que he recuperado a la Lucia de antes, aquella chica comprometida, trabajadora y tenaz, que con la perdida del movimiento de sus piernas también perdió la alegría y las ganas de luchar.  Tienes todo nuestro apoyo, tendrás toda la ayuda que necesites, recorreremos este nuevo camino de tu mano, seguiremos el paso que tú nos marques, porque estoy convencido que por fin, has reaccionado, has asumido tu minusvalía y vas a conseguir lo que te propones. Dime que negocio quieres y juntos lo desarrollaremos, aunque este es tu proyecto, y solo tú serás la responsable de todas las decisiones  que haya que tomar al respecto.

Lucia miró a su padre con los ojos llenos de lágrimas, la emoción la impedía hablar, respiro hondo, profundamente, apretó con fuerza la mano de su padre y tiro hacia ella su cuerpo, al tenerle cerca lo abrazó con ganas, lo besó en la mejilla y le susurro al oído:
- Gracias papá, por fin hablamos de lo mismo.

2 de diciembre de 2010

Mi SOLedad

 Abrió la ventana.  A su cabeza como un torbellino llegaron imágenes de su niñez. Cuantas veces bajó al mercado en busca de los encargos que le hacían y cuantas  subió corriendo  y volvió  a bajar para otra vecina.

Que triste su marcha aquel día. Llevaba besos guardados en su maleta y en la mano envueltas unas  rosquillas.

Cerró los ojos y se dejó caer sobre una silla. Notó en la piel el sol de su calle y respiró el olor penetrante del mar, igual que cuando era niña.

Su vieja y espigada calle había sido durante su ausencia, la fuerza que la mantuvo viva. Siempre presente la tuvo, Sol, de nombre, la puso a su  hija.  

Hoy, al doblar aquella esquina y ver aquel portal, no tuvo dudas, allí terminaría su vida, cerca del  mar que de ella la alejó y  recorriendo su Calle del Sol, de abajo a arriba.


Inspirado en la Calle del Sol (Santander)

8 de noviembre de 2010

Tarde de cine

  La tarde prometía, Mary salió de casa sin demasiada prisa, aún era pronto, mejor así: no tendría que correr y podía ir disfrutando del CD que  se acababa de bajar. Seguramente le iba a tocar esperar a Teresa a la puerta de la tienda, y cuanto menos tiempo estuviera parado  el auto en esa zona mejor.  Allí el estacionamiento y parada estaba prohibido y ya en alguna ocasión la policía la llamó al orden librándose de la multa por los pelos.

Sobre las ocho y cuarto se presentó delante del comercio, afortunadamente Teresa la esperaba ya, ésta, abrió apresuradamente la puerta y se subió en el coche.

Mientras se alejaban de allí, iban hablando sobre la película que verían, sobre los comentarios que habían escuchado y  las criticas que sobre la misma, habían leído en algún que otro periódico.
Mary aceleró un poco para pasar el semáforo en ámbar, pero el siguiente ya no pudo pasárselo, se había puesto en rojo y la obligó a parar.  Mientras esperaban el cambio a verde, sacó del bolso una pequeña cajita y le enseñó a su amiga una sortija que acababa del comprar en la nueva tienda de bisutería que habían  abierto en su barrio.

Las dos admiraban la pieza cuando, un revuelo en el exterior del vehículo las hizo volver la cabeza. Al momento y sin poder reaccionar, vieron aterrorizadas, como un chico ensangrentado se colaba en la parte del atrás de su coche,  colocando sobre el cuello de Mary una navaja y  a su vez,  dando unos gritos increíbles; sujetaba a Teresa con su otra mano con tal fuerza, que la chica notaba como sus dedos se clavaban en su brazo.  

Las dos  se miraban de reojo mientras contenían la respiración; su asaltante, continuaba dando gritos y obligándolas arrancar el coche. Mary no sabia hacia donde ir, estaba tan nerviosa que el coche se caló, lo que hizo que el intruso apretara aún mas la navaja sobre su cuello.

- Tira, tira, vámonos, venga – repetía sin parar el bravucón.
-  Pero… ¿Dónde vamos? ¿Qué quieres? Le decía Teresa, ya que Mary estaba a punto de quedar    paralizada por el miedo.
- “Palante”, venga¡¡¡¡¡

La muchacha aceleró lo más que pudo y salió a toda prisa del lugar, un segundo más que hubiera tardado  en arrancar y la policía podía haber entrado en el coche. Los agentes se quedaron en la misma puerta.  Pero la rápida salida del auto alejó la posibilidad de interceptar en vehículo.

Durante unos interminables minutos el auto circulaba a toda velocidad por la ciudad, los agentes les seguía muy de cerca, vigilando lo que pudiera pasar en el interior del coche. Un policía motorizado se posicionó a la izquierda del vehiculo. El agresor, soltó el brazo de Teresa y apartó el cuchillo del cuello de la conductora,  sin tiempo a relajarse las dos vieron como sacaba de alguna parte una pistola, sin pensarlo dos veces, apuntó al motorista y disparó; Mary perdió el control del coche, y a la vez notó como los cristales de la ventanilla se esparcían por el interior de vehiculo, notó un dolor agudo en su hombro, y al mirar hacia la derecha vio a Teresa como se agarraba donde podía, ella sujetaba el volante con fuerza pero era incapaz de mantener la dirección del coche; sin ser consciente, logró esquivar una farola, pero no pudo hacer lo mismo con un contenedor de vidrio. Aunque había conseguido frenar, el impacto las hizo golpearse con luna delantera, y encontrarse a su agresor, entre las dos, ya que había sido desplazado hacia delante.

Todo fue muy rápido, en un momento comenzaron a escuchar sirenas, y a sentir gritos a su alrededor, la policía les pedía que bajaran de coche mientras ellas, les indicaban que era él, el  culpable de todo aquello.

El chico mientras,  continuaba semiinconsciente,  los agentes intentaban sacarle del coche, pero  estaba encajado entre los asientos y les estaba costando bastante. La ambulancia ya estaba allí, los servicios médicos intentaban reanimar al muchacho que ya estaba tumbado en la camilla e inmovilizado.

Teresa y Mary, permanecían sentadas en el bordillo de la acera, bajo la atenta mirada de dos policías.

Con semblante serio  un hombre vestido de paisano de unos cuarenta y pico años, se acercaba a ellas, apenas llegó a donde las muchachas se encontraban y los dijo:
        Acompáñenme, y señalando el coche patrulla, las indicó que subieran en él.

Ellas asustadas,  repetían una y otra vez que no había hecho nada, qué ese hombre se había colado en su coche y las había amenazado, qué no tuvieron más remedio que hacerle caso.

Después de pasar dos horas en comisaría declarando sobre los hechos, consiguieron que  las dejaran llamar por teléfono, sus bolsos estaban en el coche, y no se les iban a entregar porque formaban parte del caso.

La sensación de desamparo se unió al miedo sufrido, durante ese tiempo les hicieron sentir culpables mas que víctimas de lo sucedido.
Una tarde que prometía agradable, se convirtió en una pesadilla cuyo final pudo ser peor, encima tenían que estar agradecidas. Todo se quedó en una anécdota que contar.

26 de octubre de 2010

"...Sueños son"

  Apagó la luz y tomó  postura. Cerró los ojos con fuerza y apretó los puños,  se disponía a ir en busca del sueño.  Necesitaba dormir rápido, que la noche fuera corta para poder alcanzar antes el día, y volver a ver aquellos ojos que la habían dejado perpleja y aturdida durante toda la  jornada. Mientras, su cabeza, intentaba componer las imágenes del día, y a la vez, inventaba situaciones que la hubieran gustado vivir junto a él.
   Iban pasando los minutos; el sueño no aparecía.  Se revolvió en la cama intentando ver si del otro lado brotaría;  se estiraba y se encogía buscando la postura cómoda que la llevara hasta dar con el. Pero el sueño se resistía, le sentía cerca, notaba su presencia, pero no lo conseguía.  Ya no pensaba en otra cosa, quería dormir, deseaba atraparlo, dejarse llevar en su suave vaivén hasta el próximo día.

Nada: que no podía. Se levantó, se acercó a la cocina,  calentó un vaso con leche, se sentó sobre la mesa y tomó pequeños sorbos. Lentamente, saboreando el dulzor de la bebida blanca que recorría su garganta y calentaba su cuerpo a medida que descendía hasta su estómago, pensaba en aquel hombre que conoció, en la manera en que la miraba, en como la hablaba, en lo que mañana se pondría; algo sexy y elegante que le hiciera mirarla con disimulo; con picardía. 

Otra vez, otra vuelta, ahora boca arriba y con ojos abiertos, y otra vez las ideas rondando, imaginando las situaciones del nuevo día.

Así, sin darse cuenta, sus ojos cayeron como persianas y sus pensamientos se convirtieron en sueños o, quizás en pesadillas.  

Soñó que despertaba una  mañana clara, que se acercaba a  una ventana que abría,  que desde ella divisaba un paisaje verde coronado de un  cielo azul radiante, el más puro y radiante que nunca había contemplado. Sintió en su cara el aire fresco y respiró profunda y largamente inundando su pecho. Escuchó voces que desde abajo la llamaban invitándola a reunirse con ellos.
Bajó con un vestido blanco vaporoso  y una gran pamela, y sentada alrededor de una mesa, compartía charla y desayuno con personas que no conocía.

A su espalda notó una presencia y volvió la cabeza, era el, se aproximaba hacia donde estaban, decía su nombre,  en sus manos  un ramo de flores de mil colores.
Pero… ¿cómo podía ser?, acababa de conocerle, apenas había cruzado unas palabras con él en la reunión; ¿Cómo estaba allí?.  Se dirigía a ella, la abrazaba,  la besaba, la admiraba, la preguntaba… y ella encantada, le miraba, le besaba, le sonreia , le sentía suyo, le quería.

Cogidos de la mano, se acercaban a un coche y se subían en el, a la vez, se despedían de todas aquellas personas desconocidas.  Aunque ella,  como si fueran parte de su familia, como si estuviera acostumbrada a ver sus caras, a compartir con ellos la vida les iba dando detalles de cosas que no recordaba, conversaba con ellos, pero no recordaba que les decia.     

En la siguiente escena, con sus manos entrelazadas, recorrían lentamente la estrecha  carretera,  admirando un paisaje único, acompañados del  sonido de la música embriagadora  que  envolvía el espacio que compartían.  

De repente un giro brusco desplazó su cuerpo,   sintió  como iba a perder la vida. Volvió la cabeza y vio como él, desde arriba, la despedía con una sonrisa burlona. Ella volando sobre el acantilado, caía sin remedio.

Sobresaltada abrió los ojos, se incorporó y levantó la persiana.
Desde su ventana,  ante sus ojos pudo ver con agrado un cielo gris, ese cielo gris de casi todos los días, descubrir el mismo mar de cada mañana, hoy, de color verde revuelto, y difuminada entre las nubes, una luna llena que desaparecía.
Respiró hondo y recobró el aliento. Miró el reloj,  descubriendo con gusto que la noche, esa noche,  ya había dado paso al día.  

Sobre la cama, su compañero aún dormía.  
Se quedó mirándole y sonrió mientras pensaba que,  aquel desconocido, aquel hombre de grandes y zalameros ojos que conoció el día anterior,  no le iba a cambiar la vida.
Era aquel que reposaba, quien formaba parte de su vida, y  todo lo soñado, como dijo Calderón, “…sueños son”.

17 de octubre de 2010

Fin del Proyecto

¿Por qué tenia aquellas sensaciones esta mañana?  Estaba a punto de completar su gran apuesta y sin embargo el sentía que no iba a terminar.

Fueron mucha las horas que dedicó a aquel proyecto, muchas noches sin dormir pensando en como solucionar algún problema que iba surgiendo, pero al fin había llegado el día, se presentaría, en aquel gran edificio, subiría en el ascensor con la cabeza muy alta y expondría su trabajo. Era la oportunidad de su vida, su propuesta fue seleccionada entre cientos y ahora que sólo quedaban diez, no había excusas para echarlo a perder, tenia que hacerse con ello.

No podía olvidar lo que se le quedó en el camino, dejó escapar la posibilidad de viajar a otro país con su pareja, empezar una nueva vida con ella,  se había jugado mucho en aquello, tanto que incluso la había perdido.

No era ayer el día mas apropiado para que ella le diera la noticia, decirle de aquella manera que ya no quería continuar con la relación, le había partido un poco el corazón. Sentía pena y guardaba la esperanza de que ella recapacitara.

Repasó su portafolio, guardó su portátil, metió en el estuche sus lápices y bolígrafos, colocó sus gafas en el bolso. Y se dispuso a salir de casa.

Al cerrar la puerta, notó otra vez esa sensación; que era aquello, por su cuerpo le corría un escalofrío que le subía desde los pies hasta alcanzar su cabeza.  

Comenzó su recorrido intentando tal y como tenia pensado  no  ir recordando la exposición que tenia que hacer, la conocía perfectamente, no tenia porque equivocarse, había estudiado y ensayado todos y cada uno de gestos que debía hacer. En su intento por olvidarse de aquello, se paró frente a un escaparate y se intereso por la ropa que allí se mostraba. Al volverse se fijó en un letrero de venta de un piso y anotó el teléfono que figuraba en el mismo, mientras lo hacia sonó un mensaje en el teléfono móvil, una sonrisa apareció en su cara, seguramente seria ella para desearle suerte.
Continuó caminando mientras miraba en mensaje, levantó un momento la cabeza y miró de izquierda a derecha, se dispuso a pasar por el paso de peatones, distraído con el teléfono e intentando contestar, no fue consciente que la velocidad con la que se acercaba un vehiculo, cuando escuchó el frenazo del auto y miró a su derecha, no tuvo tiempo de reaccionar, no tuvo tiempo de nada, ni tan siquiera de sentir el impacto que le lanzó unos metros. Su cuerpo y su proyecto quedaron tendidos en la avenida.

Dibujando en los libros.

Aquí os dejo, los dibujos que hace Fernando Teran en los libros que leemos, todos ellos son representativos del contenido del libro, algunos como podéis ver son caricaturas de los escritores.
Esta es una pequeña muestra espero disfrutéis con ellos.

Pronto os presentaré a Los Pegimun, ¿Qué eso que es?  Ahhhhh seguro que os gustará, pero de momento....no están disponibles.
Gracias por visitar mi Blog

13 de octubre de 2010

Sensaciones

Después de este último incidente mi corazón me manda signos al mirarte que no me gustan, te observo sin querer que tú lo notes, estudio tus palabras, escasas últimamente, miro tus ojos con ternura con miedo y vuelvo a sentir. Creo que nuestra relación se ha resentido enormemente, tal vez no sea culpa de ninguno. Sigo a tu lado dando todo lo que tengo y ofreciendo lo mejor que puedo mi ayuda.
Tú no eres el mismo, lo sabes y creo que pretendes reconstruirte, que intentas volver a ser el de antes, pero hay algo que te impide conseguirlo. Me da miedo decirlo, mas miedo me da pensarlo, pero la tristeza de tus ojos son señal inequívoca de que mis pensamientos no son descabellados.

Creo que te has enamorado, que sabes que esa relación no estaba en tus planes. Creo que el amor que pudieras sentir hacia mi, se ha convertido en cariño, un cariño que te impide decir o hacer lo que realmente deseas.

Me doy cuenta sin quererlo de las respuestas que me das, de esas señales que en forma de mirada me mandas donde solo veo pena, no quiero ser para ti algo insoportable, me doy cuenta que no buscas la soledad conmigo, nuestros planes  son de compromiso, no te ilusiona nada conmigo. Pero no te culpo, hay razones que el corazón esconde y la razón no entiende.

Pero eso yo no lo quiero, yo quiero que seas feliz, que vuelvas a ser el de antes, que te rías al lado de la persona que quieres, que hagas planes y vivas, que disfrutes del tiempo junto al ser que quieres. Todo eso es lo que yo quiero. Que no es ni más ni menos que lo que quieres tú.

Es muy posible que yo no sea esa persona, la que te de el calor y el amor que tu necesitas, la que te ofrezca la felicidad cuando mires sus ojos, la que sepa lo que estas pensando solo con mirarte, porque todo eso es estar enamorado, eso y otras muchas cosas.

Necesito recuperar un amigo, encontrarme otra vez con aquella persona con la que he compartido mi vida durante los últimos años, el cómplice que se me ha ido a compartir secretos con otra persona. Según me dijo, seguramente te cerraras en ti mismo y no me contarías cosas que merezco saber, y Dios, como me dolió ver hasta donde has compartido.

No es necesario que te esfuerces en recuperar algo que hayas perdido, el amor sale por la ventana solo con abrirla un instante y el tiempo pasa y pasan las penas y aunque me duela el alma, pasará dejando en el recuerdo años de felicidad compartida.

Si tu corazón se resiste, no le culpes. Si tus pensamientos te atormentan no los deseches, la vida dura un ratito y seria cruel que la tengas que compartir con quien no quieres.

Cierra los ojos, piensa en ti, sólo en ti, y pon a tu lado a las personas que te hacen feliz. Seguramente vas a encontrar lo que buscas. Esa es la respuesta, la tienes tan cerca de ti que seguramente no te has dado cuenta. Pero vuelvo a decirte lo mismo, no por cariño o por costumbre hay que cargar con la vida que uno me quiere. Piensa en el amor, en ese amor que es tan importante para la vida, en ese amor que tienes para dar.

Con esto solo pretendo que sepas lo que pienso, porque te noto triste y lejos, que sepas que aunque tu no quieras yo te quiero, que sepas que las cosas cambian, que sepas que por eso no pasa nada. Que sepas que para mi es muy importante tu felicidad aunque el precio sea tan alto, que para mi es inaccesible. No tengas miedo, sigue lo que tu corazón te diga. Sin miedo.

Somos adultos, somos responsables de nuestros actos, sabes que pienso que cuando has buscado la compañía lejos de mi es por algo, al igual que buscaste la mía en otro momento. El amor no es eterno, no dejes que nada te haga perder el tren de la felicidad aunque el destino de ese tren, te lleve lejos de mí.

Y bien, esto es lo que siento. Ojala este equivocada,… porque te quiero.

6 de octubre de 2010

Pensamiento entre conversación

¡Vaya idea salir un día como hoy!  No solo salir, tomar una caña y en una terrazuca; ¡pero si llueve a mares! además, el rollo que me esta metiendo. Mira que llevo tiempo intentando retrasar esta cita pero ya no me quedaba mas remedio. ¡Qué pesado es este hombre! todo el día con sus rollos.

Además, podía contar algo mas interesante, por ejemplo lo que le pasó a su cuñada cuando estuvo en Benidorm; eso bien se lo calla, vaya pájaro esta echo, voy a tentarle… a ver si entra.

Que va, no hay forma. Si piensa que no me enteré, esta listo, como si fuera un secreto. Igual piensa que yo voy a tragar como ella, ¡va arreglao! pues no tengo yo escuela.

Visto lo visto, creo que ha llegado el momento de levantar el campamento; ¡estoy empapada! me quedé fuera para estar poco pero nada, ni por esas. 

18 de septiembre de 2010

La soledad de Julia

Subió tan deprisa las escaleras que el aire la faltaba. No estaba acostumbrada a correr y además, los nervios se iban apoderando de ella según se acercada a su destino

Revolvió hasta encontrar las llaves en su bolso. Su tía se las había entregado hacia muchos años, pero esa iba a ser la primera vez que las utilizaba. Nunca la gustó abrir la puerta sabiendo que ella estaba dentro, prefería llamar al timbre y esperar, hasta escuchar la voz melodiosa y dulce de la anciana preguntando… ¿quien es?. Recordó en aquel momento que las  cogió, debido su  insistencia,  -por si me pasa… algo mujer, cojéelas- le había dicho.  Abrió la puerta, y, en ese momento, supo que algo malo estaba pasando allí, un olor desagradable, se respiraba por todo el piso.

Caminaba con cautela por las diferentes estancias de la casa y a la vez llamaba a su tía insistentemente, por momentos el miedo se apoderaba de ella, la situación se la estaba haciendo dolorosa, segundo a segundo sus peores presagios iban haciéndose más latentes.

Frente a ella, al fondo del pasillo, vio una puerta cerrada, era la habitación de Julia, dio unos pasos mas, agarro con fuerza y temor la manecilla y… abrió. El espectáculo era totalmente desolador, sobre una cama adornada con un cabecero de barrotes plateados, yacía un anciano al que no conocía, sobre él y  rodeada con su brazo estaba Julia.

Apenas tuvo tiempo de acercarse para comprobar si su tía respiraba cuando comenzó a oír el murmullo de las personas que la precedían, el 061 ya había llegado y apartándola hacia un lado, examinaron a la anciana que aún respiraba. En un abrir y cerrar de ojos salieron con ella a toda prisa escaleras abajo. El hombre estaba muerto, tal y como ella intuyó al abrir la puerta de aquella habitación.

Después de un buen rato de espera, la auxiliar de urgencias la acompañó hasta el Box donde estaba su tía. Al acercarse a ella, la apretó la mano y la besó en la frente, ésta conectada a un sinfín de aparatos parecía dormida.

Según notó la presencia de la joven, Julia abrió los ojos e intentó levantarse la mascarilla que tenia sobre la boca. Los ojos de la anciana se clavaron en los de Isabel.  

- Se acabó – susurro casi sin aliento.
- No digas eso tía, verás que pronto nos vamos a casa a tomar un cafetito.
- No hija, eso no va a ser, ya no me queda mucho tiempo.
- Dime tía, ¿Quién era ese hombre?, ¿Qué hacia contigo en casa? ¿Qué pasa? , ¿Te hizo daño? Qué…?

Julia con un gesto hizo callar a la chica y, tirando de su mano la invitó acercarse más a ella. Apenas sin voz, la dijo:

-  Hay poco que contar. El formaba parte de mi vida, desde hace unos meses vivía conmigo, compartíamos la vida, nos hacíamos compañía.

- Pero, yo nunca le vi, no lo sabia.
- Nunca le viste, porque yo no quise, porque no quería compartir esa parte de mi vida. Me llegó muy tarde, si, demasiado tarde, pero ha sido tan fuerte el cariño, tan intensos los días, tan grande  la ilusión que… no quería, no quería compartir con nadie mi alegría, no quería tener que escuchar reproches, tener que ver malas caras, tener que aguantar tonterías. Era… mi vida.

- ¡Pero tía!
- Escucha niña, escucha.
Una tarde, coincidimos en el parque, su cara se me hizo conocida, comenzamos hablar y en cuanto escuché su voz recordé. Gustavo, que así se llamaba, fue un antiguo compañero de colegio, hacia muchísimos años que no le veía. Me contó, que estuvo viviendo en otra ciudad hasta que por una serie de acontecimientos, decidió volver a su provincia. Me contó muchas cosas de su vida, vivía en la calle desde hacía dos años, los motivos no  tengo fuerzas para contártelos. En el parque nos vimos durante semanas, yo le llevaba algo de comer, un bocadillo, un poco de fruta; al principio lo hice por pena, pero con el paso de los días mi corazón empezó a sentir algo por el, y un día, viendo que el invierno se acercaba, pensando en el frío que iba a tener que soportar, se me ocurrió llevarle conmigo a casa. El no quiso de entrada aceptar mi ofrecimiento pero yo insistí. De eso hace ahora tres meses.
Claro que tus no sabias nada, cuando te fuiste, él aún no estaba en casa, y cuando llamabas no me atrevía a decírtelo, sabía que no ibas a entender la situación, por eso esperaba tu llegada para contártelo.

La anciana cerró los ojos e inspiró, parecía querer coger impulso para continuar pero, su expiración fue profunda y definitiva.

Isabel, cogió su mano y la apretó con fuerza. -No te juzgo porque te quiero, no soy nadie para hacerlo. La soledad es una pesada roca que se asienta sobre nosotros hasta que nos inmoviliza, tu solo encontraste ese punto de apoyo necesario para levantarla, seguramente mereció la pena. Te envidio tía. 

14 de septiembre de 2010

Solo respuestas

Cúal es el día más bello   HOY
Cúal es la cosa más fácil  EQUIVOCARSE
Cúal es el obstáculo más grande   EL MIEDO
Cúal es el mayor error   ABANDONARSE 
Cúal es la raiz de todos los males    EL EGOISMO
Cúal es la primera necesidad   COMUNICARSE
Cúal es el misterio mas grande   LA MUERTE
Cúal es el peor defecto  EL MAL HUMOR
Cuál es el regalo mas bello  EL PERDON
Cuál es lo mas imprescindible  EL HOGAR
Cuál es la persona mas peligrosa  LA MENTIROSA
Cuál es el sentimiento mas ruin   EL RENCOR
Cuál es la sensación mas grande  LA PAZ INTERIOR
Cuál es la cosa mas bella de todas  EL AMOR