Bienvenidos

"En lo alto de una pequeña colina llamada Incí, desde donde se divisa el pueblo de Hoblut, ...."
Así comienza esta historia; divertida, alegre, diferente, emocionante, alucinante ... Los Pegimun
Pronto podrás descubrir sus aventuras y disfrutar con ellos de ciento y una peripecias.















8 de noviembre de 2010

Tarde de cine

  La tarde prometía, Mary salió de casa sin demasiada prisa, aún era pronto, mejor así: no tendría que correr y podía ir disfrutando del CD que  se acababa de bajar. Seguramente le iba a tocar esperar a Teresa a la puerta de la tienda, y cuanto menos tiempo estuviera parado  el auto en esa zona mejor.  Allí el estacionamiento y parada estaba prohibido y ya en alguna ocasión la policía la llamó al orden librándose de la multa por los pelos.

Sobre las ocho y cuarto se presentó delante del comercio, afortunadamente Teresa la esperaba ya, ésta, abrió apresuradamente la puerta y se subió en el coche.

Mientras se alejaban de allí, iban hablando sobre la película que verían, sobre los comentarios que habían escuchado y  las criticas que sobre la misma, habían leído en algún que otro periódico.
Mary aceleró un poco para pasar el semáforo en ámbar, pero el siguiente ya no pudo pasárselo, se había puesto en rojo y la obligó a parar.  Mientras esperaban el cambio a verde, sacó del bolso una pequeña cajita y le enseñó a su amiga una sortija que acababa del comprar en la nueva tienda de bisutería que habían  abierto en su barrio.

Las dos admiraban la pieza cuando, un revuelo en el exterior del vehículo las hizo volver la cabeza. Al momento y sin poder reaccionar, vieron aterrorizadas, como un chico ensangrentado se colaba en la parte del atrás de su coche,  colocando sobre el cuello de Mary una navaja y  a su vez,  dando unos gritos increíbles; sujetaba a Teresa con su otra mano con tal fuerza, que la chica notaba como sus dedos se clavaban en su brazo.  

Las dos  se miraban de reojo mientras contenían la respiración; su asaltante, continuaba dando gritos y obligándolas arrancar el coche. Mary no sabia hacia donde ir, estaba tan nerviosa que el coche se caló, lo que hizo que el intruso apretara aún mas la navaja sobre su cuello.

- Tira, tira, vámonos, venga – repetía sin parar el bravucón.
-  Pero… ¿Dónde vamos? ¿Qué quieres? Le decía Teresa, ya que Mary estaba a punto de quedar    paralizada por el miedo.
- “Palante”, venga¡¡¡¡¡

La muchacha aceleró lo más que pudo y salió a toda prisa del lugar, un segundo más que hubiera tardado  en arrancar y la policía podía haber entrado en el coche. Los agentes se quedaron en la misma puerta.  Pero la rápida salida del auto alejó la posibilidad de interceptar en vehículo.

Durante unos interminables minutos el auto circulaba a toda velocidad por la ciudad, los agentes les seguía muy de cerca, vigilando lo que pudiera pasar en el interior del coche. Un policía motorizado se posicionó a la izquierda del vehiculo. El agresor, soltó el brazo de Teresa y apartó el cuchillo del cuello de la conductora,  sin tiempo a relajarse las dos vieron como sacaba de alguna parte una pistola, sin pensarlo dos veces, apuntó al motorista y disparó; Mary perdió el control del coche, y a la vez notó como los cristales de la ventanilla se esparcían por el interior de vehiculo, notó un dolor agudo en su hombro, y al mirar hacia la derecha vio a Teresa como se agarraba donde podía, ella sujetaba el volante con fuerza pero era incapaz de mantener la dirección del coche; sin ser consciente, logró esquivar una farola, pero no pudo hacer lo mismo con un contenedor de vidrio. Aunque había conseguido frenar, el impacto las hizo golpearse con luna delantera, y encontrarse a su agresor, entre las dos, ya que había sido desplazado hacia delante.

Todo fue muy rápido, en un momento comenzaron a escuchar sirenas, y a sentir gritos a su alrededor, la policía les pedía que bajaran de coche mientras ellas, les indicaban que era él, el  culpable de todo aquello.

El chico mientras,  continuaba semiinconsciente,  los agentes intentaban sacarle del coche, pero  estaba encajado entre los asientos y les estaba costando bastante. La ambulancia ya estaba allí, los servicios médicos intentaban reanimar al muchacho que ya estaba tumbado en la camilla e inmovilizado.

Teresa y Mary, permanecían sentadas en el bordillo de la acera, bajo la atenta mirada de dos policías.

Con semblante serio  un hombre vestido de paisano de unos cuarenta y pico años, se acercaba a ellas, apenas llegó a donde las muchachas se encontraban y los dijo:
        Acompáñenme, y señalando el coche patrulla, las indicó que subieran en él.

Ellas asustadas,  repetían una y otra vez que no había hecho nada, qué ese hombre se había colado en su coche y las había amenazado, qué no tuvieron más remedio que hacerle caso.

Después de pasar dos horas en comisaría declarando sobre los hechos, consiguieron que  las dejaran llamar por teléfono, sus bolsos estaban en el coche, y no se les iban a entregar porque formaban parte del caso.

La sensación de desamparo se unió al miedo sufrido, durante ese tiempo les hicieron sentir culpables mas que víctimas de lo sucedido.
Una tarde que prometía agradable, se convirtió en una pesadilla cuyo final pudo ser peor, encima tenían que estar agradecidas. Todo se quedó en una anécdota que contar.