Bienvenidos

"En lo alto de una pequeña colina llamada Incí, desde donde se divisa el pueblo de Hoblut, ...."
Así comienza esta historia; divertida, alegre, diferente, emocionante, alucinante ... Los Pegimun
Pronto podrás descubrir sus aventuras y disfrutar con ellos de ciento y una peripecias.















28 de diciembre de 2010

De espaldas a la verdad

Mientras terminaba de escribir aquel correo, su vista no pudo evitar dirigirse hacia la ventana, con la taza de café que se había preparado se acercó a ella.
La tarde estaba bastante cargada, llovía, era una de esas tardes en las que no apetece salir además, no eran muchas las ganas que tenia de hacerlo; la cita que tenia no era del todo de su agrado. Hacia tantos años que no se veían que no sabía muy bien porque acepto aquella invitación.

Cuando recibió su llamada debería de haber puesto alguna excusa. Tal vez no tuvieran nada que contarse solo recordar aquellos ya viejos tiempos que compartieron y aquel desastre de despedida que tuvieron.  
De repente su mirada se fijó en un hombre que corría hacia el coche intentando no mojarse.

Esa escena le recordó el día en que ella conoció a Esteban.

El estaba sentado dentro del Café Paris, y ella caminaba tranquilamente por la acera, de repente y sin saber muy bien porque, le miró, y sin darse cuenta tropezó y se quedó con las rodillas clavadas en el suelo. Que golpe se pegó, al momento vio como aquel chico salía corriendo del Café y sin darse cuenta le tenía a su lado intentado ayudarla. Desde eso momento supo que esa persona seria importante en su vida.

El era un estudiante de Derecho con pinta de niño bien y cara de sabiondo, ella una chica tímida que estaba haciendo administrativo. Conectaron bastante rápido, ninguno de los dos eran personas especialmente populares en sus círculos y compartían entre otras cosas, las pocas ganas de salir a divertirse con la gente de su edad. 

Poco a poco iban conociéndose. Los días que no podían verse se llamaban y comentaban sus aventuras diarias. Así pasaron unos meses. Sin saber muy bien si su relación era de amigos o de algo más, ninguno de los dos se atrevía a ir mas lejos, parecía que habían entrado en ese círculo en el que la amistad no puede romperse y la relación debe quedar ahí.

 Solo aquel día que alguien, no recuerda bien quien, les preguntó si eran amigos o pareja rompió aquel silencio que ambos tenían sobre el tema, estaba claro que la relación entre ellos era de mera amistad, pero también era latente que sentían algo especial el uno por el otro.   De aquella pregunta surgió la conversación y no solamente eso, sino que a partir de ese momento la relación cambió y empezaron a ser “mas que amigos”. Quien le mandaría a aquella persona hacer esa pregunta, si ese tema no hubiera salido, quizás Esteban hubiera sido uno de sus mejores amigos y aquella amistad no se hubiera roto nunca. Más, de la manera que se rompió.

El último año de la carrera de Esteban, ella   ya estaba  trabajando, encontró un trabajo en un despacho de  un arquitecto amigo de su padre, allí poco a poco fue cogiendo fondo y aunque no era la ilusión de su vida, el sueldo no estaba mal e iba forjando su profesión. A la vez asistía a diferentes cursos que la permitían ampliar sus conocimientos. Esteban por su parte intentaba terminar la carrera, aunque sus posibilidades para trabajar como abogado no eran nada halagüeñas, no dejaba de pensar en su futuro, se podía decir que estaba más preocupado por eso que por terminar su carrera.

En cuanto a su futuro en común, ya comenzaban a hacer planes, Esteban perdió a sus padres en un accidente y era hijo único por tanto, la casa donde vivía, era suya, tenía vivienda segura y pagada.

Sara, recordaba el momento en que Esteban la insinuó por primera vez la posibilidad de irse a vivir juntos; dado que ella tenia su trabajo y el su dinerito bien podían hacerlo. Ella no acababa de encontrar su sitio en esta relación, realmente nunca lo encontró y los hechos que se fueron sucediendo así lo demostraron. Los comienzos habían sido tan atípicos que la costaba creer que el estaba con ella por amor, mas bien era simplemente la búsqueda de compañía, la soledad de su casa que pesaba sobre el, fueron muchas las ocasiones en las que se lo comentó, pero entonces ella pensaba que lo que el quería era tenerla cerca; por amor.  Que ciega estaba.

 Ahora pensaba que hizo bien en no aceptar, dado que una vez que Esteban terminó su formación, decidió irse a otra ciudad a ejercer su profesión, y la verdad es que lo consiguió, vaya si lo hizo.

Su prima Rosario la contó que había  encontrado a Esteban en Madrid en uno de sus viajes , este estaba casado y tenia un niño, parece ser que se había casado con  la hija del Abogado del bufete donde comenzó a trabajar, y la  familia a la que pertenecía la chica era de muy buena posición.  Aquella que  Rosario la dijo, no la  extrañó; no esperaba menos de él, siempre tuvo aires de grandeza y no podía ser de otro modo, uno de los motivos por los que el  la dejó fue ese, Sara  pertenecía a una sencilla familia.

A medida que los recuerdos iban aflorando, más la costaba empezar a prepararse para ir a su cita, sentía mucho rencor todavía. En su momento no supo reaccionar a los deseos de Esteban y acató sin decir palabra las decisiones de este.  Por otro lado, pensaba que había tenido mucha suerte en el resto, después de ser una persona totalmente dirigida por el, había conseguido mantenerse sola y hacer y decir aquello que la venia en gana. Por eso estaba nerviosa, no quería sentirse otra vez manipulada, no sabia como iba a reaccionar ante algunas cuestiones que surgieran en la cena. Esteban ciertamente iba a encontrar una mujer muy diferente a la que dejo tirada quince años atrás. 


No habían  pasado ni  cinco minutos, cuando sonó el teléfono, a diferencia de otras ocasiones, esta vez, había olvidado traérselo con ella, decidió dejarlo sonar, no había nada que fuera tan urgente; ya realizaría ella la llamada cuando saliera.

 Después de unos quince minutos aproximadamente, se levantó muy despacio, empezó a darse su loción corporal, lentamente. Su cabeza no dejaba de acercar los recuerdos, los mas desagradables flotaban por encima de todos y se resistía a recordar aquella etapa, la peor, la última de su relación con Esteban, todo lo que sufrió y lo que perdió por hacerle caso, ahora podía ser una persona totalmente realizada en lugar de seguir viviendo con ese sentimiento de culpa que jamás iba a poder quitarse de encima. Un sentimiento que la consumía sin saber muy bien porque. Mil veces la dijeron que ella no tuvo la culpa, que aquello tenia que pasar, incluso su madre, la repetía una y otra vez, que era lo mejor que había podido pasar, que aquel bebé lo único que la hubiera ocasionado eran problemas.

Salió del cuarto de baño y se dirigió hacia el armario, el vestuario no era algo que la preocupase en exceso, cualquier cosa podía servir, además, La Trastienda no era un lugar donde fuera necesario ir muy arreglada.

La Trastienda, era el mesón donde iban a cenar cada vez que Esteban venia  a la ciudad. Fueron dos largos años, los que esperaba su llegada con ansiedad, estaba deseando verle. Aunque al principio el venía  todos los fines de semana después se fue alargando y al final sólo era una vez al mes cuando venia a verla, por el contrario ella, solo en dos ocasiones fue a visitarle a el.  Recordó con agrado aquellos quince primeros días que estuvo allí, lo pasaron bastante bien, incluso estuvieron buscando zonas donde poder comprar un piso con   el fin de que ella se fuera a vivir allí; la segunda vez que fue, todo salió mal. El motivo era muy distinto y aunque en aquella ocasión fueron cerca de cuatro meses los que pasó junto a el, para nada sus recuerdos eran buenos, sino todo lo contrario. Ese era otro motivo que le llenaba de angustia, sin saber porque una y mil veces se dijo, que de haber nacido el niño en otro sitio su muerte no se hubiera producido, aquella clínica nunca la pareció adecuada a pesar de las referencias que tenia, entró convencida de que algo pasaría y así fue, perdió el niño, y no tuvo ni la oportunidad de verle la cara.  

Seguía sin llover, al menos eso percibió  cuando se asomó la ventana de su habitación, en vista de la hora, pensó en acercarse andando, después, ya cogería un taxi para volver, no tenia muchas ganas de estar buscando aparcamiento, siendo jueves, no sería posible encontrar donde dejarlo .

Se colocó la gabardina, cogió el bolso, el paraguas, las llaves y cerró la puerta de casa sigilosamente, como si no quisiera que nadie supiera que se iba, al momento se dio cuenta que de había olvidado el teléfono móvil y además no había mirado quien la hizo la llamada cuanto estaba en el baño.  Cuando ya de camino examinó el móvil, la llamada que había recibido tenia número oculto con lo cual no supo quien llamaba, algo que no la preocupó lo mas mínimo.

Al entrar en la Trastienda no notó ningún cambio relevante, casi se podía decir que tenían las paredes el mismo color que hacia  años, se sentó en una esquina de la barra, aún faltaban varios minutos para las nueve, con lo cual consideró la idea de tomarse una caña mientras su cita llegaba.

 Mientras esperaba, estuvo hablando con unos amigos a los que hacia tiempo que no veía, departiendo sobre tiempos pasados; fueron llegando las personas con las que ellos habían quedado y cuando estuvieron todos, decidieron despedirse de Sara y entrar en el comedor.

Sara miró el reloj, vio que eran ya las nueve y media, empezó a molestarse por la tardanza de Esteban, hasta en esa ocasión que era el quien la llamó para quedar y que tan interesado parecía en hablar con ella, sería incapaz de llegar puntual, algo que odiaba; mira que se pasó horas esperándole, posiblemente era la persona que mas le había hecho esperar en esta vida, y hoy por supuesto, no podía ser menos. Decidió esperar solamente quince minutos mas, pero antes le hizo una llamada, obteniendo como respuesta esa voz tan melodiosa de los buzones, que te indican que está apagado o fuera de cobertura, algo que a Sara acabó por poner de los nervios.

Ofendida, cogió su bolso,  pagó las dos cañas que se había tomado e indicó  al camarero que, la mesa reservada a nombre de Sara Truhán no iba a ser ocupada, pidiendo disculpas por la tardanza y por la cancelación de la reserva.

Nunca debió aceptar aquella invitación, la poca vergüenza que demostró años atrás era seguramente lo único que conservaba de aquella lejana época. Siempre hizo con ella lo que le vino en gana, hasta después de tanto tiempo había sido tan tonta en aceptar sin rechistar aquella invitación.
Tomó un taxi que pasaba justo por la puerta de la taberna y  se fue a casa.

Aquella noche la rabia contenida no la dejo conciliar el sueño, decidió levantarse aunque era muy temprano para hacerlo; tal vez se iría a pasear un rato, la orilla de la mar a estas horas es maravillosa; solo ella y el sonido de las olas, la relajaba tanto que había momentos en que parecía que solo estaba ella en el mundo, ella, las olas y sus pensamientos.

Hoy tenia comida con sus primas, ellas con sus historias de niños, trabajo y compras varias; seguro que conseguirían alegrarla el día y cambiar el pésimo humor que tenia. Encendió su cafetera maravillosa y busco la capsulita para colocarla, le encantaba aquel café, desde que la tenia no había conseguido tomar uno mejor en ninguna cafetería. De repente sonó el teléfono, -quien llamaría a esa hora apenas eran las ocho y cuarto- era Nunci, -esta chica tan madrugadora-
-Dime chica, buenos días.
-Hola Sara, que tal, como fueron las cosas.
-Mejor no me preguntes, sabes que no se presentó, no se porque acepte su cita.
- Ya lo imaginaba, por cierto, no has leído el periódico ¿verdad?
-Pues no, acabo de levantarme, estaba haciendo mi cafetito, ¿por qué?, pasó algo.
-Pues si. Oye… ¿las iniciales de Esteban son E.C.I.? 
-Si,¿ por?
- Te leo vale, “Encuentran un hombre fallecido en su vehiculo”,  Según informaron miembros del 061 que le atendieron en el lugar, la causa de la muerte fue producida por un fallo cardiaco, el cadáver fue encontrado ayer a las 20:00 en la calle Hernán Cortes y   su coche estaba perfectamente aparcado. La voz de  alarma la vio un vecino de esa misma calle,  que al estar asomado a la ventana de su domicilio, observo durante unos 15 minutos al conductor, y al ver que no se movía, decidió bajar a comprobar si le pasaba algo, avisando a continuación al  112. Al personarse en el lugar los servicios médicos no pudieron hacer nada por el, pues ya había fallecido. E.C.I de 46 años, era natural de nuestra ciudad. El cadáver será trasladado a la ciudad de residencia. .”

– Es él ¿verdad? al menos a mi me lo parece
Sara, se quedó muda, no daba crédito a lo que estaba escuchando, al otro lado del teléfono Nunci no hacia más que llamarla – Sara, estas bien, Sara, me oyes.
- Si, si estoy bien, es el, seguro que es el. No me lo puedo creer, y yo pensando que me había dejado plantada, estaba muerto y tan cerca de mí, Dios mío, no lo puedo creer. Te dejo.
-No espera, oye voy para allá vale, estoy… en un momento.

Se dejó caer sobre la silla como un peso muerto, en su cabeza se repetían mil y una imágenes vividas juntas aquel hombre. Sabía que habían pasado muchos años, pero en ese momento se dio cuenta lo que realmente sentía por el. Nunca llegó a dejar de quererle, a pesar del tiempo, de los desprecios, de la soledad en la que la dejó cuando tuvo que soportar perder su bebé recién nacido y su abandono.
Realmente merece la pena hacer sufrir a alguien, realmente.


---------------------------------------------------------


Esteban se subió en el coche apresuradamente, iba mal de tiempo si quería llegar a su cita, no podía entretenerse más. Antes de ponerse en marcha, llamó a Irene, su mujer, para preguntar que tal iban las cosas, la respuesta fue la misma de siempre desde que el chico ingreso en el hospital. Sin novedad, esta igual.

No sabia como iba a afrontar aquel encuentro, no tenia ni idea de cómo exponer lo que pasaba. Cómo iba a decirle a aquella mujer, que el hijo que ha creído muerto durante 15 años, en realidad no lo estaba. Cómo explicar que se lo robaron vilmente, que la hicieron una cesárea para evitar que estuviera consciente y poder arrebatarla el bebe con mas tranquilidad. Tendría que contarle toda la verdad; que ya estaba casado con Irene, y que no podía tener hijos, que cuando ella le dijo que estaba embarazada el sólo con la ayuda de su madre, de su propia madre, la cual por dinero se prestó a colaborar con el, había puesto en marcha la operación mas ruin que un hombre puede llevar a cabo. Cómo iba a reaccionar ella.
El lugar elegido para la cita no era el mas apropiado para tratar ese tema. Tendría que buscar la manera de engañarla para llevarla a otro lugar, quizás al hotel donde se iba a alojar y una vez allí contarle todo lo que había pasado. Pero… estaría ella dispuesta a acompañarle o, ¿cómo hacerlo?

La tensión iba creciendo por minutos dentro de su cuerpo, se notaba agarrotado, perdido en la situación. Además de desvelar toda la verdad, tenia que plantear el asunto; abrir aquella caja que guardaba el mayor de sus secretos y, una vez conseguido, si es que lo lograba, a su vuelta también tendría que contar a Irene la historia, ella siempre pensó que fue una adopción en toda regla, no sospechó jamás como aquel niño de ojos grandes y luminosos había llegado a sus manos de la manera que lo hizo, siendo poco menos que arrancado del vientre de su madre.

Por qué tuvo que pasar aquello, tan vez fue un castigo por su mal comportamiento, como pudo estar tan loco y ser tan egoísta, sólo pensaba en su beneficio, ni tan siquiera pensó en el niño, todo lo que hizo fue por el, por ver colmadas todas sus aspiraciones, ¿cómo iba el a consentir que su suegro se quedara sin un nieto?; tenía que conseguir su propósito, llegar a lo más alto; nada ni nadie importaba era él y solo él, sin pensar en los daños colaterales que aquello podía ocasionar. Lo cierto era que en ese momento tenía el mayor de sus problemas acechándole, aquello podía suponer el fin de todo por lo que había luchado sin tregua, la tortilla se estaba dando vuelta y la parte cruda comenzaba a cocerse sin que el pudiera evitarlo.


Esteban, paró un momento el coche en el arcén, no sabia bien que era lo que estaba haciendo, todo aquello  no tenia ni pies ni cabeza, cogió su teléfono y marcó apresuradamente el número de su amigo; su amigo y confidente, su amigo y protector, Vicente, sólo el  conocía aquel secreto, bueno solo el y la madrastra de Sara, ellos supieron de todo el proceso, pero Vicente había compartido cada momento, cada segundo, es mas, con el había preparado todo, el  fue interlocutor entre Sofía la madrastra de Sara y el. Necesitaba oír su voz, volver a escuchar sus palabras de apoyo, sentir con más fuerza que aquello que iba hacer era lo que tenía que hacer, lo más apropiado, pero sobretodo lo más necesario, ya que era lo único que podía salvar la vida de su hijo. Desesperadamente escuchaba los tonos de llamada insistentes, uno tras otro, esperando con ansiedad que Vicente descolgara de una vez. Con rabia, tiró el teléfono sobre el asiento de al lado y volvió a poner en marcha el coche.

Conectó la radio e intentó centrar su atención en el programa que emitían en ese momento pero no lo consiguió.  Notaba como si su vida estuviera al borde de un abismo, un gran precipicio por el que iba a caer sin poder hacer nada, su cabeza estaba totalmente atorada. Con alivio vio los carteles de la carretera que le indicaban que estaba a tan solo veinte kilómetros de su destino; decidió volver a parar y tomarse un café en el área de servicio que se encontraba justo a la entrada de la ciudad; en el hotel se daría una ducha, por suerte estaba a tiempo de hacerlo.

A pesar de la hora, no había demasiado tráfico, no le costó mucho encontrar aparcamiento cerca del hotel. Antes de salir, volvió a coger el teléfono y llamó de nuevo a su amigo.  Apenas un par de tonos y Vicente contestó su llamada:

- Que pasa Esteban, te noto apagado, sabes que esto es duro pero tienes que hacerlo por tu hijo, es la única solución que hay, sino consigues que Sara, venga y se someta a las pruebas para ver si es compatible con el niño, el chaval no se va a salvar, no puedes abandonar, tienes que hacerlo cueste lo que cueste, y si como consecuencia de ello pierdes lo que tienes ese será el pago por hacer las cosas como las hiciste. Cuantas veces te dije antes de que el niño naciera, que hablaras con Sara, y la pidieras la custodia del pequeño ¿Cuántas? –

Vicente hablara sin parar, estaba ya cansado de la situación, y sabía que el chico estaba a punto de morir, además el peso del secreto se estaba haciendo insoportable también para el, Irene su cuñada, continuamente le sometía a preguntas que ya no sabia como contestar, sentía que aquello se les estaba yendo de las manos, mentiras de ese calibre no eran sostenibles.  – Mira Esteban, haz lo que tienes que hacer y regresa con ella, estoy cansado, estamos en un hoyo del que no se como vamos a salir en cuanto todo esto se sepa, así que, échale narices, las mismas que tuviste para “robarle” a su hijo y consigue que venga.

Sin decir más y sin dejar que Esteban contestara, colgó el teléfono.

El hombre, bajó la cabeza y respiró hondo, buscó en la guía del móvil el número de Sara, decididamente era mucho mejor tener el encuentro en otro sitio, por lo tanto la pondría en antecedentes con la llamada y quedaría con ella en la habitación del hotel o bien en su casa, si ella aceptaba. Sara no contestó la llamada; subiría a ducharse y lo intentaría mas tarde.

Se giró para alcanzar de la parte de atrás su portafolio y en ese momento sintió un dolor agudo en el pecho que le dejó paralizado, pretendió coger de nuevo el teléfono pero la fuerte presión y la falta de aire le impedía moverse. Intentó calmarse y respirar hondo, pero no pudo, fueron solo unos segundos, cerró los ojos y resignado se dejó llevar, el dolor en un instante desapareció, notaba como su cuerpo se quedaba sentado en el coche pero el se alejaba, ya no sentía dolor, ya no sentía nada. Sabía que se estaba marchando, recordó por un momento, bajó la mirada y  vio tendido en la cama del hospital el cuerpo de su hijo, a su lado Irene agarraba con fuerza la mano de su chaval sintiendo como el muchacho, cada vez respiraba con mas dificultad. 

3 comentarios:

  1. ¡Jo!, la historia me ha enganchado desde el principio, me ha parecido muy interesante. Necesito ver la continuación.
    ¿Qué pasará con Sara y con su hijo?

    ResponderEliminar
  2. Bien Yolanda, creo que voy a tener que continuar con este relato, otras personas que lo han leído me comentan lo mismo; de hecho, ya estoy en ello. Espero que te guste. Saludos y gracias por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  3. Aunque pensé que ese era el triste final, ahora al leer tu comentario, me gusta la idea que vayas a continuar con la historia.

    Besos

    ResponderEliminar